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viernes, 20 de junio de 2014

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Me gustaría volver a pasado para volver a revivir la época en la que era feliz y no lo sabía. Justo en ese momento me doy cuenta de que da igual lo que pase con mi cuerpo. Que bien podría estar completamente limpio a estar lleno de cicatrices porque hace mucho tiempo deje que la soledad se metiese en mi cabeza y en mis pensamientos. Me da miedo que las heridas sanen y que las cicatrices desaparezcan porque he pasado tanto tiempo con ellas que ya las siento como parte de mi y simplemente no sabría que hacer sí mi piel dejase de contar historias y las miradas empezasen a posarse en mi. No sabría reaccionar porque siempre vivo en las sombras. Lo único que sé es mirar a los ojos a las personas que me hieren y sonreírles demostrándoles que soy más fuerte de lo que ellos creen aún cuando por dentro sientes cómo un bisturí corta trozos de tu piel y la sangre empieza a fluir por tus heridas. 

viernes, 6 de junio de 2014

Esperaría cien vidas, por caminar una contigo.

Cerré los ojos porque no quería sentir otra cosa que no fuesen sus besos. Abrí la puerta y deje ir a todas aquellas preguntas que nunca supe responder. El viento pareció acariciar mi cara con una suave brisa. De lejos se oían las olas rompiendo bajo el atardecer casi consumido por la infinita oscuridad de la noche y, derepente, abrí los ojos y se fue. No supe que decir aunque sabía muy bien que no era necesario decir nada. Tenía miedo a estropearlo de algún modo. Se había ido. 
Abracé mi cuerpo con la chaqueta de lana vieja y respiré tan hondo que todavía puedo sentir las cenizas de aquel aire en mis pulmones. El frío parecía haberse escondido detrás de los árboles, pero aquel aire hacia que se me pusiesen los pelos de gallina. 
En la radio dijeron que volvería a llover aquella noche. Pero la lluvia nunca volvió. Tampoco él. 
 Llegó el verano acompañado de ese ambiente soleado que me levanta dolor de cabeza. Salí a la playa y moje mis pies en la orilla. La sal hervía en las heridas que nunca llegaron a desaparecer del todo. Las cicatrices siguen ahí. Aquí. Las acaricio y vienen a mi cabeza recuerdos que quizá he olvidado, y memorias que quise olvidar y todavía recuerdo. 

domingo, 1 de junio de 2014

California here we come.

Hola Junio. ¿Qué tal fue todo por allí? Aquí llegaron las nevadas y los vientos acompañados de las ganas de tomar chocolate caliente en la taza que trajimos de recuerdo de aquel bar. Casi creo haber olvidado tus playas cristalinas y aquel vals sobre la arena que nos hizo bailar hasta enamorarnos de aquel atardecer inundado de caricias sin secretos. Quizá sea demasiado pronto para olvidar. Quizá nunca vallamos a hacerlo.
He estado fuera de casa por un tiempo. He recorrido parques, valles y ríos infinitos. He visitado museos, azoteas y, también otras playas. He aprendido a volar de nuevo. Y, ahora, cuando casi creía haber olvidado todo, llegas otra vez, con tu calor que hace que me sonroje cada vez que me pide un beso.
Ya noto el sol abrasando las carreteras de la ciudad y nuestros pies descalzos sobre el paseo de baldosas estrelladas jugando a ser alguno de esos nombres.
Quiero que el agua de tu orilla moje nuestros talones. Quiero que la noche no acabe hasta que no salga el sol de la siguiente mañana y que las risas sean infinitas, como el olor a arena mojada que llegará hasta el apartamento en el que nos alojaremos, compartiendo cama con la locura y mesa con las personas que nunca van a dejarte ir aunque el verano acabe. Porque siempre volverán a buscarte.