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viernes, 23 de mayo de 2014

Comptine d'un autre été l'après midi

Camino por los pasillos vacíos de sueños. Vacíos de esperanza, del eco de tu risa, de mis carcajadas...
Camino por los pasillos llenos de dolor, de pena, de llanto... 
Camino por los pasillos de paredes pintadas de gris y a veces negro. Sin luces, ni velas... Sin mapas de instrucciones ni fechas de retirada. 
Camino por los pasillos estrechos de esta vida que se que he elegido. Pero es que a veces somos tan tontos... Nos equivocamos y, bueno, dicen que es fácil remendar las cosas por eso de que nunca es tarde y, aún así, nada cambia. Nada pasa. Todo se queda.
He visto el mismo extintor un millón de veces porque conozco esto de memoria. Cada recoveco, cada baldosa suelta, cada agujero en la pared... 
Camino por los pasillos y me resbalo con en recuerdo. Veo por las ventanas gente que se ama, como nosotros. Gente de la mano en aquel parque. En esos columpios. En esa barca...  Veo coches, aviones y trenes que se alejan de la ciudad. Veo mares infinitos. Cielos infinitos. Horizontes infinitos. 
Pero, eso es sólo porque no podemos ver el final. Porque no queremos ver el final. Nos gusta esta puesta de sol y no queremos que acabe nunca. Hacemos una foto, la guardamos en el bolsillo y seguimos mirando. Siempre seguiremos mirando. 
Camino por los pasillos muerta de envidia. De miedo. De dolor. De angustia. 
Temo cuando me hablas porque quizá digas algo que pueda hacerme más daño. Algo que me diga que estas arrepentido y que lo has pensado mejor. Que ya no estas seguro que querer seguir así. Sentados en aquel sofá donde tus planes eran llevarme contigo al fin del mundo. 
Temo cansarme de esperarte, porque he de decirte que mis piernas empiezan a resistirse. No soportan pasear más por este suelo. 
Yo también creía que nunca sería tarde pero... 
Camino por estos pasillos vacíos de ti, llenos de soledad, sin ningún conmigo. Sacó la foto del bolsillo y esta arrugada pero yo la estiro y vuelvo a guardarla. Coloco recto el extintor de la pared pintada de gris y sigo caminando. Firme. Sin pararme. Sin más caídas, ni desmayos. Sin más lo sientos, ni volvamos. 

viernes, 16 de mayo de 2014

Juguemos a conocernos de nuevo.

Hace un tiempo mis días se quedaron vacíos. Todo lo que hacia, decía o pensaba, tenía que ver contigo. Y, desde el momento en el que todo cambio; desde el momento en el que mi rutina, mi día a día, dejo de consistir en hablarte/pensarte, ya no soy la misma. Ni sí quiera soy la que era antes de conocerte. No se quien soy. Me miro al espejo y me veo reflejada, me reconozco, pero, esas lágrimas no me pertenecen a mi. Son todas tuyas. Yo no las quiero. Son un peso que no puedo soportar. Tu siempre fuiste el fuerte, el que podía con todo. Por eso quiero regalarte todos los versos que escribo, mis miradas pérdidas, mi insomnio, mis ganas de volver a verte, mis palabras, los besos que nunca más podré darte, y esas lágrimas dichosas de ser libres.  
Ahora sé que no hace falta tener frío para querer un abrazo tuyo; que la vida nos sirve la sopa fría y la limonada caliente. Que nosotros tenemos que aprender a nacer, a respirar y a vivir por nosotros mismos. Y alguien me ha dicho que sí nuestro corazón sigue latiendo siempre habrá un tiempo para que todo lo demás vuelva a ser perfecto. El perfecto que descubrimos. Juntos. Porque, ahora sé que prefiero pelear mil millones cuatrocientas mil diez veces contigo, antes que estar sin ti.